lunes, 2 de febrero de 2009

El Atleti, De la Morena y el poder de la prensa


Vaya recital de delamorenismo puro (es decir, puramente rancio) ayer en El Larguero a cuenta del Atleti y sus desgracias. El comienzo de este nuevo capítulo de “Vaya marrón: toca hablar del Atleti” ya lo dice todo: “Ha perdido el Atleti en un ambiente en el que es muy difícil jugar al fútbol”. El “ambiente” consiste en que los aficionados protestan, y lo hacen especialmente contra Gil y Cerezo. Pero De la Morena lo tiene claro: “Cerezo y Gil son los máximos accionistas del Atlético de Madrid, y ellos son los que apechugan con las deudas, y… y… y… con los costes del Atlético de Madrid”.

De la Morena habla cabreado, pero lo triste es que lo que le jode de verdad no es la deriva del equipo, sino el hecho de que a causa de ella cada vez le sea más difícil evitar el tema “Aguirre y sus críticos”. Está contemplando horrorizado cómo el fútbol (aunque sea el mal fútbol) le está ganando la partida al personaje de pinche bufón con el que su amigo le ha rellenado tantos minutos inolvidables de programa. De la Morena se resiste, por supuesto, y todavía tiene arrestos para rendir algún que otro homenaje a unos tiempos que, en el fondo, sabe que ya no volverán. Transcribo el momento álgido:

Javier Aguirre: Con Kun es maravilloso: hablamos, le doy consejo, le pido su opinión en muchas cosas, nos reímos…

José Ramón de la Morena: Sí, pero qué cons… qué… qué opinio… ¿qué consejo le va a dar a usted, con la experiencia que tiene usted con cincuenta años, qué opinión le va a dar a usted un chaval de veinte años?

J.A.: ¿Yo a él? Como a mi hijo.

J. R. M.: ¡Ah, bueno! Usted sí…

J. A.: Que no fume, que no vaya con gente que no le conviene, que se ponga preservativos, que… que… que estudie… que… eso le digo. Que vea fútbol, que aprenda…

J. R. M.: Lo de los preservativos se lo ha dicho tarde, no le ha hecho mucho caso.


La cosa termina con De la Morena recordando que en cada temporada Aguirre siempre ha dejado al Atleti mejor clasificado que en la anterior, a lo que el mexicano responde que en ésta también sucederá: serán terceros. De la Morena remata, en su estilo: “Lo que dice un hombre, que lo bendiga Dios”.

A continuación le calla la boca a Antonio Ruiz cuando éste iba a decir que Aguirre vive en el mundo de Alicia en el país de las maravillas: “No quiero opinión, que la vamos a hacer ahora en el sanedrín. Quiero saber la información que tienes”, le interrumpe nervioso. Sabemos que Antonio Ruiz no es, precisamente, alguien brillante, pero sí es quien cubre el día a día del Atleti. Sin embargo De la Morena prefiere la opinión de otros que hablan de oídas, como Relaño y Paco González. En el sanedrín sólo consigue relajarse cuando a Paco le da por apuntar una causa de lo más peregrina para la actual decadencia del equipo: hay pocos españoles. El tema de “lo español” da alas, como siempre, a De la Morena, que revive: “Ahí debajo sí que firmo yo.” Y enlaza con otra de sus obsesiones: “Es que el Atleti es un equipo muy familiar, es una afición muy familiar”.

Aparte de que en El Larguero de ayer se demostró de nuevo que De la Morena no es más que un colchonero de opereta (madridista del régimen en lo más íntimo), para mí todo esto revela otra cosa. Y es que este personaje, a fuerza de promover en su programa el chascarrillo, el marujeo, el españolismo más pedestre, la condescendencia clerical con la que trata de adornar todas sus entrevistas, etcétera, etcétera, ha dejado de ser alguien realmente influyente en el mundo del deporte (en el sentido en el que García sí lo era). Es sólo un personaje de feria cutre, y si le mantienen ahí es porque a mucha gente, además del deporte -que siguen en el Carrusel- también le gustan las ferias cutres.

Porque cuando De la Morena dice “Yo insisto. La idea es no cesar a Javier Aguirre”, lo dice cabreado, sí, pero también con un punto de desesperación: más como quien formula un deseo que como quien da a conocer una certeza. Exactamente igual, por cierto, que cuando aseguró que Ramón Calderón no dimitiría (un día antes de que lo hiciese), incluso cometiendo la temeridad de comunicárselo en primicia a Carlos Sáinz –que estaba en el Dakar-, como si por el simple hecho de decírselo en directo a alguien famoso tuviese más posibilidades de cumplirse. Puede que García lograse cosas de este tipo, simplemente hablando. De la Morena no. Al día siguiente Calderón dimitió, y el de Brunete, como es habitual en estos casos, no hizo el programa. Esto tampoco es nuevo: ¿Cuánto tardó en volver al programa desde el momento en el que Luis Aragonés ganó la Eurocopa?

La prensa deportiva tiene mucho poder, pero no De la Morena, quien ha conseguido, en un medio en el que no existe equivalente al género "telebasura", convertirse en lo más parecido a ésta.

2 comentarios:

Mudo dijo...

Como atlético que lleva lustros sin escuchar a De la Morena, agradezco esta actualización del personaje. Este hombre entró en un manicomio, vio a muchos pacientes con el sombrero de Napoleón. Los miró y dijo: estáis locos, Napoleón soy yo.
Y ahora la duda: La transcrición de la conversación que haces, ¿es tuya?.

Rubén dijo...

Ojalá estuviese loco. En cualquier caso: que De la Morena imparta su doctrina desde la SER dice mucho de cómo es en realidad España (de casposa).
Las transcripciones son literales; están hechas a partir del audio que todavía se puede escuchar en la fonoteca de la web de "El larguero".