jueves, 30 de abril de 2009

Chandler on Chandler


“Siempre estoy leyendo artículos de otros escritores que cuentan que ellos nunca esperan la inspiración; se sientan ante su escritorio cada mañana a las ocho, tanto si llueve como si hace sol, aunque tengan resaca y un brazo roto, y ponen manos a la obra. Aunque tengan la mente en blanco o el ingenio embotado, a ellos que no les vengan con tonterías sobre la inspiración. Les declaro mi admiración y procuro mantenerme alejado de sus libros.
Por mi parte, espero la inspiración, aunque no la llamo necesariamente por ese nombre. (…) Lo importante es que debe existir un espacio de tiempo, pongamos un mínimo de cuatro horas al día, en el que un escritor profesional no haga nada, aparte de escribir. No hace falta que escriba, si no se siente inspirado más vale que no lo intente. Puede mirar por la ventana o hacer el pino o revolcarse por el suelo, pero no debe hacer ninguna otra cosa concreta: ni leer, ni escribir cartas, ni hojear revistas, ni firmar cheques. O escribe o no hace nada. Es lo mismo que mantener el orden en la escuela. Si consigues que los chavales se comporten, tendrán que aprender algo para matar el aburrimiento. He comprobado que funciona. Dos reglas muy sencillas: A, no es necesario que escribas. B, no puedes hacer nada más. El resto sale solo.”

Carta a Alex Barris, crítico del San Francisco Chronicle, 18 de marzo de 1949.

Chandler por sí mismo
Traducción de Juan Manuel Ibeas
Editorial Debate, 1990
Págs. 75-76
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